Quizá me equivoqué contigo
por haber confiado en mí mismo
y, ahora,
nos haya perdido a ambos.
Quizá me equivoqué contigo
por haber confiado en mí mismo
y, ahora,
nos haya perdido a ambos.
Ver como caen las hojas,
lentamente, bamboleándose.
zigzagueando en el viento,
cortando el aire,
afilando la lluvia.
.
Ver como se lanzan en plancha,
deceleradas por las corrientes,
empapadas por las lágrimas del cielo.
.
Ver como planean a ras del suelo,
como acarician la tierra.
.
Ver como descienden suavemente,
sumergiéndose en los charcos,
navegando hacia la orilla,
buscando la luz entre las calles.
.
Ver como son condenadas,
lanzadas al vacío,
enterradas bajo las pisadas.
.
Ver como se ahogan entre las alcantarillas.
La vida nunca fue sencilla,
la vida es fugaz
y a la vez eterna,
la vida es un sueño
que se tiene despierto,
es un silencio inacabado.
No fue sencilla ayer
porque no tuvimos tiempo,
porque nos ahogábamos
el uno en la respiración del otro,
y sí, ambos teníamos miedo.
No será sencilla hoy,
pasamos las horas,
pensando,
sin tener nada claro.
Tampoco será sencilla mañana,
porque no existe,
todavía no,
y cuando lo haga
no se hará llamar por ese nombre.
Todo lo que nos queda es luchar,
arriesgarnos,
que perder, sólo perdemos el tiempo.
Jugamos
a estrechar la mano,
a besar en la mejilla,
a hacer contrabando
de sentimientos ajenos,
a vestir de etiqueta,
a beber gin tonic,
a bailar cogidos
cintura con cintura,
a caminar deprisa,
a no llorar,
a pecar por hablar
y a hablar de pecados,
a no mirarnos a los ojos,
a hacernos daño,
a dormir
en el lado derecho de la cama.
Jugamos,
tanto,
que olvidamos que somos niños
gateando en un mundo de adultos.