Añoro la naturalidad de una sonrisa.
La suavidad con la que una mano busca cosquillas
en cada rincón de mi cuerpo,
Los latidos,
a la par que un parpadeo.
Añoro soñar
y ver sueños atrapados en la red que forman dos manos entrelazadas.
Añoro llorar porque tengo motivos.
Pensar en reír,
reír sin sentido.
Añoro correr.
Escapar de madrugada,
descalzo.
Añoro tumbarme en la hierba
y que mis dedos arranquen las briznas
inconscientemente.
Cantar en la ducha,
comer con las manos.
Añoro enterrar mis pies en la arena,
o perder la noción del tiempo con el vaivén de la marea.
Añoro esa cerveza con nombre y apellido.
Los mordiscos en el cuello,
los secretos al oído,
los abrazos pasados,
pisar tu sombra.
Añoro ese billete arrugado en mis pantalones.
Añoro tu azul.
El vodka barato,
los hielos desechos.
Añoro hacer pompas.
Añoro saberme perdido.
Buscarme.
Sentir.